Jueves 28 de agosto.
No he querido admitirme a mí misma desde hace días que no estoy viviendo desde que te fuiste. Estoy sobreviviendo. Constantemente, estoy intentando no tirarme del auto en movimiento cuando a la facultad, intento que no me pisen los autos cuando voy hacía el trabajo, intento no cortarme cuando estoy a solas. Es una lucha diaria: intentar no morir porque simplemente me cuesta demasiado vivir.

No puedo vivir lejos de vos. Trato de hacer de cuenta que no me afecta, de que vivo a pesar de todo, pero ¿a esto puede llamárselo vida? ¿Podemos considerar vida vivir en este estado catatónico en el que estoy?
Solo sé, a esta altura de tu ausencia, que respiro por inercia, porque debo hacerlo, porque no queda otra, porque en algún momento nos vamos a volver a ver y tengo que estar viva para ese entonces.
Te amo, es en lo único en que confío.
Llévame contigo al más allá, pues aquí no dejo de llorar,
llévame a otra realidad, no quiero despertar.
Junto a ti por fin podré olvidar, que la pena siempre fue mi hogar,
llévame, no puedo respirar, quiero tenerte junta a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario