Año 2014

15 de enero: hoy me encontré pensando en los que se fueron, en los que no volveré a ver nunca y no tendrán un buen nuevo año, porque han quedado en el camino y detenidos en el tiempo.
Te fuiste con 21 años, nunca llegaste a los 22, y ahora que yo voy rumbo a ese momento, me doy cuenta de que nunca volverás a ser más grande que yo.
No sé por qué me importas tanto, no entiendo por qué cada cierto tiempo te recuerdo y me siento culpable por no pensarte cada día.
No te quiero olvidar, supongo. Aunque casi no te haya conocido en los últimos años.
Supongo que tampoco nunca espere que esto pasara y que tan prematuramente te fueras. Es más, en unos meses, ya va a ser un año desde tu partida y yo acá todavía estancada, pensando y llorándote en mi mente.
Realmente no sé por qué todavía pienso en vos...

Hay que seguir viviendo, sin olvidar a los caídos.

Pero,
yo que si puedo hacerlo,
voy a tener un buen año, 
y voy a hacer que valga la pena vivir. 


Son las ideas que caen en mi mente gastada,
que por mis hombros resbalan,
enredadas en mi cabello,
pero no se caen si no que se quedan
en mi pies pegadas,
impidiendo que que me mueva,
que avanze, que salte o que frite.

Son ideas que lastiman, que queman,
pero no puedo vivir sin ellas,
aunque ellas no me dejan vivir.