Desealo, desealo, desealo...
Tal vez, de tanto quererlo, se hará realidad.
Por supuesto que hay que ayudar con una dosis de ejercicio, esfuerzo
y paciencia.

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Son las ideas que caen en mi mente gastada,
que por mis hombros resbalan,
enredadas en mi cabello,
pero no se caen si no que se quedan
en mi pies pegadas,
impidiendo que que me mueva,
que avanze, que salte o que frite.

Son ideas que lastiman, que queman,
pero no puedo vivir sin ellas,
aunque ellas no me dejan vivir.