Siento que engordo a cada segundo,
haga las cosas bien o mal,
y no, lamentablemente no tengo ese cuerpo como para pensar
"no importa, al menos todavía soy flaca."

En realidad, nunca lo he sido.

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Son las ideas que caen en mi mente gastada,
que por mis hombros resbalan,
enredadas en mi cabello,
pero no se caen si no que se quedan
en mi pies pegadas,
impidiendo que que me mueva,
que avanze, que salte o que frite.

Son ideas que lastiman, que queman,
pero no puedo vivir sin ellas,
aunque ellas no me dejan vivir.