Después de semejante día de porquería... Lo único que se me ocurrió hacer fue llamarte. 
Sé demasiado bien qué es lo único que me calma,
y mi mamá ya no es la que tiene la última palabra en mi tranquilidad...


Y aún así no pude verte...
Cuando lo único que necesitaba era un abrazo tuyo...


Y un beso, quizás...

Te extraño, te deseo...
Te quiero conmigo ahora...

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Son las ideas que caen en mi mente gastada,
que por mis hombros resbalan,
enredadas en mi cabello,
pero no se caen si no que se quedan
en mi pies pegadas,
impidiendo que que me mueva,
que avanze, que salte o que frite.

Son ideas que lastiman, que queman,
pero no puedo vivir sin ellas,
aunque ellas no me dejan vivir.