No te des por vencido
ni aún vencido. 


La vida no es una lucha, es un camino, 
la batalla que libramos día a día es entre uno mismo y la réplica de nuestro ser. 
Solo uno puede ganar, pero ¿que cara de nosotros mismo lo hará?
La pesimista, malvada y descorazonada? 
La optimista, amable, feliz? 
Depende de uno y de cómo libremos la lucha diaria. 

No hablo de autosuperación, 
no hablo de desear vivir todo el tiempo, 
hablo de no rendirme ante la adversidad, 
de recodar que soy la única que puede llevarme hacía adelante, porque nadie puede hacerlo por mí. 
Si quiero ser feliz, tengo que serlo por mí misma. 

La vida es una sola, 
hay que vivirla y disfrutarla. 
Y para hacerlo, al menos yo, no quiero olvidarme ni de quien soy
ni de cómo volar más allá de mi imaginación.


Solo yo soy partícipe de lo que soy. 

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Son las ideas que caen en mi mente gastada,
que por mis hombros resbalan,
enredadas en mi cabello,
pero no se caen si no que se quedan
en mi pies pegadas,
impidiendo que que me mueva,
que avanze, que salte o que frite.

Son ideas que lastiman, que queman,
pero no puedo vivir sin ellas,
aunque ellas no me dejan vivir.